sábado, 17 de diciembre de 2011

Mientras dormías

Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,

yo velo mientras tú duermes.
 

Despierta, ríes, y al reír tus labios

inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.

Dormida, los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere.
¡Duerme!

Despierta, miras y al mirar tus ojos
húmedos resplandecen

como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.

Al través de tus párpados, dormida,
tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz, templado rayo,
lámpara transparente.

¡Duerme
!

Despierta, hablas y al hablar vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.

Dormida, en el murmullo de tu aliento

acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.
¡Duerme!

Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene

su latido y de la noche
turbe la calma solemne.

De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre

de la aurora y te despierte.
¡Duerme!

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