Me gusta hablar con él.
No sé el por qué pero ahí está.
Desde que le vi me llamó la atención. Esa forma suya de ser.. su aparente calma (con el paso de los días te das cuenta de que puede ser un huracán),sus miradas penetrantes y profundas, su forma de doblar las rodillas en modo de espera, su pelo alborotado, sus ganas de encajarlo todo, la forma de moverse cuando se ríe, sus colores.. Porque cada persona tenemos los nuestros. Él es rojo, un rojo que se te mete por los ojos en cuanto lo ves, siempre tan atrayente. Es misterioso, raro.
No me gusta cuando se pone nervioso. Pierde los nervios y quién no?. Pero en silencio aguardo, pues le comprendo, y cuando no, sin a regañadientes y de la mejor forma posible le doy mi opinión, zanjando así el fin de aquel mal temporal.
Me gusta porque tiene ganas de todo. Y me encanta porque es la única persona que escarba en mí sin asfixiarme del todo.
Somos celosos de nuestra intimidad, de nuestras cosas.
Prosigo contando que a partir de conocerle todo fue cambiando en mi vida. Hoy en día me alegra observar cómo crece su interés por mi vida y por cómo me siento. Yo sigo con escasas palabras, así fue siempre, y más con personas que me llegan a intimidar tanto, como lo hace él pese a mis intentos por no bloquearme.
Ahora quiere que le acompañe, que esté. Hasta hablamos con las miradas. Siempre tan precavidas. Siempre entre el sí y el no. Con aquel espacio en el que no estamos tan lejos el uno del otro, ni tampoco tan cerca de nuestra destrucción.
Me gusta que esté.
Desde que le vi me llamó la atención. Esa forma suya de ser.. su aparente calma (con el paso de los días te das cuenta de que puede ser un huracán),sus miradas penetrantes y profundas, su forma de doblar las rodillas en modo de espera, su pelo alborotado, sus ganas de encajarlo todo, la forma de moverse cuando se ríe, sus colores.. Porque cada persona tenemos los nuestros. Él es rojo, un rojo que se te mete por los ojos en cuanto lo ves, siempre tan atrayente. Es misterioso, raro.
No me gusta cuando se pone nervioso. Pierde los nervios y quién no?. Pero en silencio aguardo, pues le comprendo, y cuando no, sin a regañadientes y de la mejor forma posible le doy mi opinión, zanjando así el fin de aquel mal temporal.
Me gusta porque tiene ganas de todo. Y me encanta porque es la única persona que escarba en mí sin asfixiarme del todo.
Somos celosos de nuestra intimidad, de nuestras cosas.
Prosigo contando que a partir de conocerle todo fue cambiando en mi vida. Hoy en día me alegra observar cómo crece su interés por mi vida y por cómo me siento. Yo sigo con escasas palabras, así fue siempre, y más con personas que me llegan a intimidar tanto, como lo hace él pese a mis intentos por no bloquearme.
Ahora quiere que le acompañe, que esté. Hasta hablamos con las miradas. Siempre tan precavidas. Siempre entre el sí y el no. Con aquel espacio en el que no estamos tan lejos el uno del otro, ni tampoco tan cerca de nuestra destrucción.
Me gusta que esté.