Ya no tengo ganas de ti. Ni de nadie. Ni de ti, ni de
nadie. Ésta debe ser otra fase de lo de enamorarse. Ya he pasado la de cometer
errores, la de intentar corregirlos, la de llorar y ahora debo estar en la que
asimilo todo y me canso. Me canso de ti y de todos. De ti, y de todos. No
encuentro las ganas de dar explicaciones. Aunque tampoco quiero. Claro que
querer... ya no sé lo que quiero. Ya no sé qué tipo de aire respiro. He perdido
mis fotografías favoritas, no recuerdo cuales eran. Y lo peor es que no tengo
un plan. Yo siempre guardo ases debajo de la manga, por si algo se estropea
tener un parche y arreglarlo. Habrá sido la lluvia o yo que sé, pero ya no me
quedan parches. Ni parches, ni libido cuando me pienso contigo. Ahora sólo me
pregunto qué pasará luego. Qué número saldrá en el dado y cuándo saltaré a la
otra fase. No es que me muera de ganas, a lo mejor la siguiente es peor. Pero
mientras más avance, antes terminará todo esto. Es la única esperanza que me
queda. Saber que no es para siempre. Que cuando llegue al último nivel y lo
pase, si aguanto, la pantalla se apagará como en los juegos nuevos que anuncian
por la caja tonta y podré tumbarme en el sofá sin derramar ni una maldita
lágrima, sin sentir que me estoy pudriendo, sin tener que silenciar el teléfono
ignorando a todos esos que llaman y no son tú. Y no son tú. Y no son tú. .
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