Supe en el instante en el que miré la luna, que nada,
ni siquiera ella en su total belleza, puede comparar la tuya. Supe al
contemplar el mar, que nada, ni siquiera en su total calma y serenidad, puede
ser más infinito que este sentimiento. Supe cuando acaricié una flor, que nada,
ni siquiera en su mayor auge, puede ser más suave que las dunas de tu piel y
los pliegues de tu forma. Lo supe al mirarte, al hundirme en esos ojos que me
abren las puertas de tu alma, que estaba condenada a amarte.
Las
miradas se escapan por el filo de las horas, mi camino se transforma en un río
de lava, imposible, devastador... En mi mente se entrecruza un aire que
revuelve mis sentimientos, convirtiéndolos en una espiral cada vez más
vehemente...
Pero,
justo antes de que mi alma se derrumbe, miro a mi lado y encuentro al corazón
que late al mismo ritmo que el mío... tendiéndome unos brazos reconfortables y
gritándole al mundo con la voz del pensamiento, que nunca me dejará de lado...
Y
con una sonrisa me tumbo en su regazo de paz, mirando un camino reluciente por
el que continuar.
Acurrucada
en su hamaca de esperanzas se mece a la espera del nuevo amanecer. Pero lo que
contempla es el crepúsculo de ese día.
Las
lágrimas se confunden con las estrellas de la noche esperando que el sol
emerja. Sus pensamientos se mezclan con el helor nocturno esperando a ver
cumplida la promesa.
Su
corazón no puede dormir y sus sueños en vela le recuerdan mares de palabras
sepultadas en el fondo de su ser.
Sus
manos temblorosas se mecen con el baile de la noche, intentando calmar sus
temores y poniendo en peligro su ser colmándolo de esperanzas.
las
miradas se escapan por el filo de las horas, mi camino se transforma en un río
de lava, imposible, devastador... En mi mente se entrecruza un aire que
revuelve mis sentimientos, convirtiéndolos en una espiral cada vez más
vehemente...
Pero,
justo antes de que mi alma se derrumbe, miro a mi lado y encuentro al corazón
que late al mismo ritmo que el mío... tendiéndome unos brazos reconfortables y
gritándole al mundo con la voz del pensamiento, que nunca me dejará de lado...
Y
con una sonrisa me tumbo en su regazo de paz, mirando un camino reluciente por
el que continuar.