martes, 6 de septiembre de 2011

SUPE QUE ESTABA CONDENADA A AMARTE..



Supe en el instante en el que miré la luna, que nada, ni siquiera ella en su total belleza, puede comparar la tuya. Supe al contemplar el mar, que nada, ni siquiera en su total calma y serenidad, puede ser más infinito que este sentimiento. Supe cuando acaricié una flor, que nada, ni siquiera en su mayor auge, puede ser más suave que las dunas de tu piel y los pliegues de tu forma. Lo supe al mirarte, al hundirme en esos ojos que me abren las puertas de tu alma, que estaba condenada a amarte.
Las miradas se escapan por el filo de las horas, mi camino se transforma en un río de lava, imposible, devastador... En mi mente se entrecruza un aire que revuelve mis sentimientos, convirtiéndolos en una espiral cada vez más vehemente...

Pero, justo antes de que mi alma se derrumbe, miro a mi lado y encuentro al corazón que late al mismo ritmo que el mío... tendiéndome unos brazos reconfortables y gritándole al mundo con la voz del pensamiento, que nunca me dejará de lado...

Y con una sonrisa me tumbo en su regazo de paz, mirando un camino reluciente por el que continuar.
Acurrucada en su hamaca de esperanzas se mece a la espera del nuevo amanecer. Pero lo que contempla es el crepúsculo de ese día.
Las lágrimas se confunden con las estrellas de la noche esperando que el sol emerja. Sus pensamientos se mezclan con el helor nocturno esperando a ver cumplida la promesa.
Su corazón no puede dormir y sus sueños en vela le recuerdan mares de palabras sepultadas en el fondo de su ser.
Sus manos temblorosas se mecen con el baile de la noche, intentando calmar sus temores y poniendo en peligro su ser colmándolo de esperanzas.
las miradas se escapan por el filo de las horas, mi camino se transforma en un río de lava, imposible, devastador... En mi mente se entrecruza un aire que revuelve mis sentimientos, convirtiéndolos en una espiral cada vez más vehemente...

Pero, justo antes de que mi alma se derrumbe, miro a mi lado y encuentro al corazón que late al mismo ritmo que el mío... tendiéndome unos brazos reconfortables y gritándole al mundo con la voz del pensamiento, que nunca me dejará de lado...

Y con una sonrisa me tumbo en su regazo de paz, mirando un camino reluciente por el que continuar.